Pantalla-adictos

625 líneas son suficientes para recoger todo un mundo, tanto real como imaginario, agradable o repugnante, curioso o gastado. "Adelante, navegante".

miércoles, septiembre 28, 2005

Fin de semana: Se cierra!

Después de una pequeña desaparición del "ciberdespacio", vuelvo con energías renovadas tras un fin de semana de esos que se anhelan todo el año: Estaba de party. Esta es la razón por la cual, durante cuatro días no leo casi nada por las noches, duermo poco por trasnochar, hago pocas cosas de provecho y, aun menos frecuente, NO VEO LA TELE.

Un grupo de amiguetes, con mayor o menor grado de frikismo, nos juntamos cada dos o tres meses en una misma casa, ponemos las maquinitas en red y ¡a liarnos a tiros! Esta tontería sirve para descargar la violencia innata del ser humano y evitar pegarle una paliza al harcorito de turno. La adrenalina y el ensanguinamiento (esta palabra no sé si me la estoy inventando, vaya) son palpables en la atmósfera. Toda nuestra atención pasa por ver quién es mejor disparando, capturando puntos, lanzando granadas... Nos volvemos altamente solidarios abriendo las puertas de nuestros discos duros a los amigos (con límites, eso sí), descubriendo lo friki que llega a ser el prójimo. Comparamos las últimas ampliaciones de equipos, los detalles del modding...

Pero todo lo bueno se acaba. El lunes, vuelta a empezar: he vuelto a leer, he vuelto a ver la tele, duermo un poco más... y regreso a la blogosfera.
En navidades desaparezco otro rato ;-)

sábado, septiembre 17, 2005

Madrugones

Estos últimos días he madrugado, no por gusto. M;i posición favorita es la horizontal y soy capaz casi de dormir de pie. Pero estos ratos mañaneros me han valido para comprobar varias características de la tele en horas intempestivas.

La primera fue la cantidad de reposiciones cutres que puede uno encontrar en malas horas. El domingo muy de mañana están volviendo a poner "Sensación de vivir", lo que me valió para descubrir (en un momento de sopor absoluto) que Kelly tenía una cría y estaba con Dylan, que Steve se ha vuelto maduro, que Donna se casa con el niñato aquel que fuera su noviete (no me acuerdo del nombre)... Vamos, qué sería de mi cultura si no me hubiera levantado el domingo a las 5'00 h.

Otra cosa que llamó mi atención son los noticiarios. Está claro que las noticias no dan para mucho algunos días, pero de ahí a repetir el mismo telediario por la mañana una vez tras otra... Vamos, que vi a los palestinos quemando sinagogas tres veces seguidas, a Bush visitando Nueva Orleans otras tantas, además de los entrenos de la fórmula 1 y las declaraciones de Alonsito. Para colmo de males, el lunes y martes corroboré que esta práctica de repetir las noticias se emplea en varias cadenas (por no decir que en todas las grandes). A esto hay que sumarle lo poco ue cambiaron esta semana dichas noticias. Estoy cansada de las elecciones de Japón, del huracán Katrina y las tormentas tropicales, de la franja de Gaza, de los fondos para la Seguridad Social... Creo que lo más divertido que pude ver estos días en la tele son las elecciones en el guiñol de Canal +, con Aznar haciendo campaña como mejor guiñol apelando a sus ocho años de protagonismo, Carod Rovira rebajándose a participar con españoles, a Ronaldo sin saber qué decir...

Por último, descubrí lo peor de la tele de madrugada (y no, no es la teletienda, aunque no me la tropecé en ningún momento): ¿Cómo sabes cuál es el volumen ideal del sonido para escuchar sin molestar a los vecinos? A veces, el volumen mínimo es exagerado; deberían revisar las cajitas tontas.

Bueno, ya he dejado de madrugar tanto. Seguiré por aquí de nuevo.

domingo, septiembre 11, 2005

Hagan juego, señores

Los concursos de televisión han cambiado mi vida. Mi madre es adicta a ellos, y no recierdo ninguno que no haya visto, al menos, una vez. Ese acontecimiento es siempre celebrado (el estreno de un nuevo concurso) y seguido por mi madre (y muchas veces me arrastra con ella). Y como este tema tiene mucha chicha, iremos por partes (como diría Jack el Destripador).

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Desde peque he visto concursos de todo tipo. Después de muchos análisis, creo que éstos se pueden agrupar en tres grandes categorías: Suerte, Habilidad y Cultura.

Concursos de suerte: En este primer grupo no importa mucho no importa lo que sepas, sino tu simpatía y la ayuda de la diosa Fortuna. En los últimos años se puede comprobar cómo los concursos con mejores premios son aquellos en los que menos cuenta la cultura. Como representantes podemos citar "Allá tú" o "La ruleta de la fortuna".

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Concursos de Habilidad: Son aquellos en los que importa lo que sabes, pero sobre todo lo que eres capaz de hacer. Ahí tenemos un gran espectáculo como "El gran juego de la oca". También incluyo en esta categoría "El precio justo" (a jugaaaarrr!!), que a mi me alucinaba. Supongo que una era pequeña, pero tampoco se me da bien ahora estimar los precios. Había auténticas hachas. Estos concursos eran bastantes entretenidos, aunque mi debilidad está en la segunda categoría.

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Concursos de cultura: Joer, que difícil era "El tiempo es oro". Ese me aburría, por complicado. Pero aquí encuentro mis favoritos (y también los de mi familia): "Saber y ganar" (puedo decir que llevo 8 años aprendiendo algo nuevo mientras almuerzo) y "Cifras y letras" (me gustaban más las letras), como máximos representantes. Y un montón de concursos más, con un nivel de cultura mayor o menor (algunos los recuerdo apenas): 3 x 4, 50 x 15 (qué matemático el rollo, jeje), Pasapalabra, Lingo, El Euromillón, El rival más débil, ... Vale que la carga cultural de todos ellos es muy variada y, en algunos casos, roza la habilidad frente a los conocimientos (como en Cifras y letras). En muchos se incluye la prensa rosa y el corazón como contenido cultural (hay que joderse), pero en general estos concursos son los mejores para pasar el rato: al menos, se aprende.
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Me dejo muchos en el tintero (como el 1,2,3 que tendrá su protagonsmo otro día), pero no quiero eternizar este post. Yo me quedo con "Saber y ganar". Pero como dicen por ahí: "para gustos,colores; para colores, sujetadores". ¿Con cuál te quedas tú?

martes, septiembre 06, 2005

El valor de la muerte

Viendo las continuas noticias-imágenes-reportajes que están apareciendo estos días en televisión, me pregunto: ¿el huracán Katrina tiene alguna cualidad especial para que sus muertos valgan más que los del Mitch? No quisiera parecer insensible, pero es que es eso precisamente lo que la tele consigue con nosotros: insensibilizarnos hacia la muerte, pero dependiendo de quién se trate. Al fin y al cabo, en Irak seguro que muere mucha gente a diario (que para eso es aún un país inseguro que requiere de las fuerzas militares estadounidenses). Por que mueran unos pocos más en un pequeño atentado (léase unos 100 muertos) no parece que vaya a suceder gran cosa. Cuando las riadas y el monzón asolan plantaciones y poblados en Asia, no es novedoso. La temporada del monzón se repite todos los años y sería costoso lamentar cada muerte (y son bastantes) en este periodo, año tras año.
Los medios de comunicación nos conducen a esta sensación, la de que cada muerto es diferente según donde caiga, de dónde sea y, sobre todo, lo frecuente que sea un hecho similar. Cada hora mueren niños, ancianos y adultos en muchos países, pero nos atraen la atención cuando el hecho es poco frecuente. En este caso, con el huracán Katrina, nos encontramos una situación desgraciadamente familiar en la época que vivimos. Un desastre natural que arrasa con vidas, vegetación y construcciones varias, sin distinguir a nadie. Estos desastres son habituales (con mayor o menor fuerza), pero no en el todopoderoso EE.UU. Pero es llamativo que llevemos varios días contemplando estas noticias que empiezan a resultar cansinas: muertos, refugiados, enfermos, huérfanos, heridos de diferente gravedad.
No digo que estos muertos no me duelan (aunque parece que ya estemos acostumbrados a observar la muerte diariamente), pero también lo harían todos esos que no salen en las noticias. Solo creo que es injusto acordarse más de un soldado estadounidense que muere "en misión de paz" en un país remoto que de cualquier muerto de hambre que es asesinado en en centro de África.