Pantalla-adictos

625 líneas son suficientes para recoger todo un mundo, tanto real como imaginario, agradable o repugnante, curioso o gastado. "Adelante, navegante".

martes, agosto 30, 2005

A la cama...

Recordaba el otro día uno de esos vídeos que emitía la tele para mandar a acostar a los peques de la casa. Me desperté con la canción pegada, y no encontré nadie que la recordara en casa. Tampoco internet me ayudó. Pero estuve recapitulando, haciendo memoria sobre las maneras de disciplinar los horarios de los niños. El recuento es cortito, pero merece la pena:

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Lo más viejo que recuerdo es al monstruo Casimiro, aquel bicho naranja que nos recordaba que debíamos lavarnos los dientes antes de acostarnos (ay, Casimiro, si te hubiera hecho más caso). Estos recuerdos los mantuve en el tiempo gracias a un muñeco de goma, de esos que pitan, que tuve desde peque. Ahora lo he buscado para conservarlo como reliquia, pero el jodío se esconde y no aparece.

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También estaba La familia Telerín. A estos los recuerdo por referencias, pero viendo el vídeo hoy en día, no consigo evocar las imágenes en la memoria. El Alzheimer es lo que tiene...

Los olvidados: Telín, Telén y Telón. Esta cancioncilla me despertó el otro día, pero no consigo dibujos de ellos para recordarlos mejor. Lo que es la memoria oscilante, proque me acuerdo de toda la letra. Éstos me cogieron ya mayor, pero con hermanas pequeñas, es fácil conocer esto aunque no estés en la edad ¿Nadie recuerda a Mami-cama, a O'clock...?

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Y por último, tenemos los nuevos reyes de la tele infantil: Los Lunnis y su Nos vamos a la cama. Ahora que trabajo con niños, los aprecio de veras a estos bichejos, porque son un buen recurso para atraer la atención de mis pequeños monstruitos particulares. No hay nada como una canción que los niños conozcan para hacer de ellos lo que se quiera (uy, que mal sonó eso; vamos, para que hagan caso y se calmen). Además, estos bichos son novedosos, porque han inaugurado la malévola idea de despertar también a los chiquillos (qué mala idea, hacerlos madrugar con una canción).

Pero siempre quedará la opción de ver a los amiguitos animados y seguir levantados. Por eso, el método más eficaz para acostar a los peques creo que fue... EL ROMBO. Scratty, dos rombos, a acostarte ya. No te lo repito. Buenas noches

jueves, agosto 25, 2005

Héctor, príncipe de Troya

En esta ocasión quiero dar su momento de gloria a un personaje maltratado en la última versión sobre la guerra de Troya. El príncipe Héctor, papel interpretado por Eric Bana, parece un secundario en la película de Wolfgang Petersen. La gloria del film está preparada para repartirla entre Aquiles y Paris, sus fotografías dispuestas a tapizar miles de carpetas adolescentes en todo el mundo. No tengo nada en contra de Brad Pitt ni de Orlando Bloom, pero Héctor merecía mejor premio que rellenar los huecos que, en pantalla, dejaban sus personajes.


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De esta forma, nos encontramos un príncipe atormentado por el pringado de su hermano (¿quién te manda a coger lo que no es tuyo, Paris?), que se traga sus "ya te lo dije" para no torturarlo, que debe renunciar a la felicidad que esperaba junto a Andrómaca; se convierte en asesino por defender a Paris, mata a un chiquillo (Patroclo) y encima es paseado cogido por un pie. Sólo su padre, el rey Príamo, intercede por él en una de las mejores escenas de la película (impresionante Peter O'Toole), dando a Héctor el protagonismo que merecía.
Con esta película, además, podemos observar que Eric Bana estaba bajo los efectos de algún psicotrópico cuando firmó su contrato para hacer de Hulk. No tengo nada en contra de La Masa, pero ese esperpento verde que salta de montaña en montaña es un error que no conseguirá tapar del todo en toda una carrera. A ver si endereza el rumbo y no vuelve por esos derroteros.

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martes, agosto 23, 2005

Seaquest DSV

Recordando hace poco las series que me han enganchado en la vida (y han sido un chorro de ellas), he estado buscando capítulos de la citada Seaquest. Esta serie de gran producción, con el respaldo de el maestro Spielberg, se emitió en España durante 3 temporadas, que tengo entendido también son las que se grabaron.

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Ambientada en un futuro próximo (alrededor de 2020), la serie recogía las peripecias de un grupo de militares y científicos en un submarino impresionante. Los guiones no estaban mal y había muy buenos personajes, aunque en ocasiones superaban la barrera de la ciencia-ficción para quedarse solo en la segunda. Entre estos personajes, destaco personalmente a dos: Krieg en la primera temporada, el jefe de suministros algo gamberro que conseguía cualquier cosa de contrabando (algo así como Red en "Cadena Perpetua", pero sin antecedentes penales). En la segunda temporada llegó mi personaje favorito: Tony Piccolo, un ex-presidiario descarado y deslenguado, capaz de sacar punta a cualquier comentario y (aquí algo llamativo), con branquias implantadas en su espalda.
Reviviendo algunos capítulos después de hacerme con la primera temporada al completo, reconozco que se ve diferente (qué asco esto de crecer). El personaje de Lucas me parece más niñato que nunca, empiezo a cansarme de Darwin y su aire de sabelotodo (para quien no la viera, Darwin es un delfín amaestrado y, gracias a un programa informático, se traducía su lenguaje a voz sintetizada) y reconozco algunos estereotipos de los que me gustaría huir. Pero eso no quita que perdiera una hora por las tardes, sentada ante la caja tonta, imaginando pisar un trasto como ese Seaquest por dentro.
Cuando termine de re-visionar la primera temporada, repetiré una valoración.

domingo, agosto 21, 2005

Una rosa es una rosa

Este bloggecito nace con la intención de reflejar todo aquello que, a través de la pantalla grande o la pequeña pantalla, ha llegado a mi. No pretendo convertirme en crítica de cine, guía televisiva ni nada por el estilo. Pero esta ventanita estará destinada a recoger las impresiones sobre aspectos de lo más variopintos que pasan por las pantallas.

Para empezar, tocaré un tema al que creo que recurriré con frecuencia: La literatura llevada al cine.
Hace poco leí "El nombre de la rosa" de Eco y también vi la película. La novela está muy bien, pero no la recomendaría a cualquier lector, porque requiere paciencia y espacio mental para almacenar la ingente cantidad de datos que hace llegar al lector. Pero la peli es otra cosa.
En mi caso, vi casi toda la película, pero un fallo técnico me dejó sin el final y decidí posponerlo hasta leer el libro. Esto me llevó a no tener que imaginar los personajes (tampoco se me da bien) y a observar algunas diferencias entre lo visto y lo leído. Estas diferencias son tolerables y no influyen excesivamente en la fidelidad de la película respecto al libro. Sean Connery está excelente como Guillermo de Baskerville y podemos reírnos de un Christian Slater fatalmente peinado como el novicio Adso. Pero el final..., qué final. El respeto se pierde, también las formas, para adaptarse al público. No contaré el final (no quiero despanzurrar finales a nadie), pero las "licencias poéticas" son excesivas. También se intuye un final relativamente feliz (que no lo es en absoluto cuando uno lee). Pero lo peor: se pierde tal vez una de las conversaciones estrella del libro. Las reflexiones acerca de Dios que hace Adso en voz alta y la sabia réplica de su maestro que le recomienda cautela.

Si pretendes, navegante, leer este libro y ver la película, te recomiendo ese orden, porque la novela tiene más jugo y puede resultar tediosa después del resumen de pantalla. Además, el final de la peli es cutre y ensombrece el libro que representa.