Pantalla-adictos

625 líneas son suficientes para recoger todo un mundo, tanto real como imaginario, agradable o repugnante, curioso o gastado. "Adelante, navegante".

lunes, marzo 27, 2006

Regresiones

Acabo de perder 20 años de golpe. Y no, no he hablado con ninguna bruja, meiga, adivino, hechicero... El poder de una preview. Su objetivo: "Los Pequeñecos"

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Ya comentaré los resultados cuando el capítulo esté entero.

martes, marzo 21, 2006

Salas de cine infantil (o como destrozar una peli, 2ª parte)

De vuelta por este rinconcito. Con poco tiempo y mucho sueño. No tengo las ideas muy claras, así que esto parecerá que lo escribiera un crío (lo anterior lo hizo una adulta, por si no se había notado suficientemente). Y de niños va esto.

Tengo mala suerte cuando voy al cine. Aunque en los conciertos es mucho peor. Cuando no me toca la emocionada de turno que canta los temas (TODOS) desafinando de lo lindo), me toca el más cabezón sentadito delante. Es que, aun estando en segunda fila, no me libro del gafe. Pero el tema del cine es diferente.

Yo tolero un poco el ruido en el cine. Me gusta comer cotufas (lease palomitas), aunque sin armar jaleo y masticando con la boca bien cerrada. También comento con el de al lado (que suele ser mi costilla casi siempre) las cosillas que se me van ocurriendo. Hablo bajito, y generalmente si hay ruido en pantalla. Vamos, que procuro ser discreta. Auque Malekin no opinará lo mismo.
Pero tengo una mala manía que no me quita el tiempo: no voy al cine muy tarde. Soy hipersomne (vamos, que estoy todo el día con sueño, algo así como Sid el perezoso o una marmota). El problema de no ir suficientemente tarde al cine son unos pequeños engendritos con los que trabajo a diario: NIÑOS/AS.

La experiencia es muy larga y odiosa. Los niños son incapaces de callarse en el cine (estoy generalizando y no soy correcta, pero no tengo ganas de puntualizar). Tampoco se están quietos. Se retuercen en sus alzaculos y arman un jaleo que no veas. Gracias a los alzaculetes en cuestión, pueden tapar más pantalla que si tuvieras sentado delante a Roberto Dueñas. Y, en el peor de los casos, pueden ponerse a pedir golosinas a voz en grito o a corretear por el pasillo.

Charlie y la fábrica de chocolate, Harry Potter y el prisionero de Azkaban, Madagascar... he tenido que sufrir pequeñajos comemocos dando la tabarra. En Charlie, el chiquillo en cuestión hizo méritos para llevarse el premio al más plasta de todos los cines del mundo mundial. El crío terminó tranquilo gracias a que su madre lo dejó correr por el pasillo. Dos carreritas y se tumbó para el resto de la peli (ahí en medio, estorbando el paso) En esos momentos, es cuando una piensa que debería permitirse las mordazas/bozales, las correas para nenes y atarlos a las sillas. Afortunadamente, una sale del cine, descansa, va al colegio al día siguiente... y siempre hay algún niño que intenta reforzar esta hipótesis.